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panorámica de inicio |
Una vez navegando en la Web, vi las fotos del cerro de las tres cruces, un cerro que se puede ver casi desde cualquier parte de Medellín. Investigando un poco sobre este sitio, evidencié que es un sector muy visitado por los ciudadanos, en especial los vecinos del barrio Belén, por donde queda la entrada principal del dicha montaña. Posterior a esta pequeña investigación, recordé que en una ocasión cuando estaba en el colegio nos llevaron a este cerro, del cual solo pude subir hasta la mitad; por lo tanto, decidí realizar el ascenso como un tema de autosuperarme de aquella ocasión en donde la meta de llegar al tope de la montaña no fue posible.
Realicé una convocatoria a algunos compañeros y finalmente, los que decidieron aceptar el reto tuvimos el encuentro un domingo a las 08:20 a.m. Yo recordaba que esta montaña era altísima y que el tiempo de caminata por lo tanto debía ser demasiado, con base a estos vagos recuerdos, les comenté a mis compañeros que fueran con múltiples botellas de agua para hidratación y almuerzo para poder llegar a almorzar con una muy bonita vista a Medellín. Iniciamos el ascenso desde el colegio la manyanet de Belén por la loma de los Bernal
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iniciando el ascenso |
Sorpresa la que me llevé cuando a las 08:40 veo una cantidad de gente que no imaginaría fueran a este “morro”, aparentaba ser “parche” de más de uno de cada fin de semana, esta escena me dejó asombrado; pues, no pensaba que la gente que habita la ciudad en donde vivo fueran tan deportistas. Iniciamos el ascenso y la cantidad de personas ya bajando eran también abundante, con lo que podíamos concluir que muchos a parte de tomar este reto como hobby de cada ocho días madrugaban a hacerlo. En cuestión de media hora llegamos a la mitad de la montaña sin mucho esfuerzo físico y subiendo sin afán y apreciando el paisaje.
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desde la mitad del recorrido
Media hora después estuvimos en la cima de la montaña en donde se evidenciaron tres cruces algo delgadas y en apariencia construidas para legalizar el nombre de la montaña, igualmente vimos una casetica en donde venden salpicón, frutas, guarapo, y en fin “chucherías” para disfrutar después de culminar el ascenso de una hora a un paso tranquilo y sin afán.Decidimos quedarnos un rato allí, mirando el paisaje que por cierto desde allí, es un ángulo de la ciudad que se ve muy pocas veces. La cantidad de gente que llega a terminar sus ejercicios es mucha, hacen barras, abdominales y ejercicios que complementarían la rutina de subir semejante cerro.Finalmente, a las once de la mañana iniciamos el descenso, el cual hay que hacer con cautela para evitar el daño a una rodilla o doblarse el tobillo; ya que, la pendiente es mas bien considerable. Para antes del medio día ya estábamos en la ochenta listos a tomar los transportes que nos dirigirían a nuestros hogares, el tamal que llevé para almorzar lo llevé de nuevo para mi casa; ya que, la caminata no fue tan ardua y en mucho menos de medio día subimos, paisajiamos, descansamos y volvimos a bajar. |
MAURO ADVENTURES
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